Comenzado 2019, estamos ya en el año en que se conmemora el V centenario de la mayor gesta marítima de la historia: la primera circunnavegación del mundo, capitaneada por Magallanes y finalizada por Juan Sebastián Elcano. Aunque la cartografía de principios del siglo XVI aún navegaba entre las brumas de un mundo por descubrir y arrastraba el peso de la tradición de Ptolomeo o de Marco Polo, entre otros, al agrandar la escala de la representación era mucho más sencillo ajustarse a una realidad perceptible a través de los ojos. Tal es el caso de las vistas de ciudades, también llamadas vistas topográficas o «de pájaro». Estas vistas antiguas de ciudades están incluidas tradicionalmente dentro de lo que se considera cartografía histórica porque, si bien no son representaciones en planta y en muchos casos no siguen estrictamente los principios geométricos de la perspectiva (nacidos precisamente en el Renacimiento), no cabe duda de su clara intención de representación topográfica más o menos fiel del terreno, según la habilidad del autor. Debido a esta consideración de cartografía, es habitual que las vistas de ciudades estén incluidas en catálogos de cartografía antigua, públicos o privados.

Si hay una obra destacada dedicada a las vistas de ciudades esta es sin duda el Civitates Orbis Terrarum (ciudades del mundo) del editor Georg Braun y el grabador Franz Hogenberg. Este «atlas de ciudades», que se publicó por primera vez en 1572 (fig. 1) en forma de un volumen con 59 grabados, tuvo tal éxito que en 1617, ya muertos Braun y Hogenberg, llegó a comprender seis volúmenes con 363 grabados representando casi 500 ciudades.

Figura 1. Frontispicio de la primera edición del Civitates Orbis Terrarum, de 1572. Biblioteca Nacional de España

Figura 1. Frontispicio de la primera edición del Civitates Orbis Terrarum, de 1572. Biblioteca Nacional de España

El método de realización de estas vistas consistía en tomar el dibujo al natural para posteriormente grabarlo (normalmente en plancha de cobre) e imprimirlo. Con frecuencia nos pueden surgir dudas sobre la fidelidad del grabado respecto a la realidad de la ciudad, y si el artista había hecho primar el rigor del dibujo sobre las licencias artísticas o no. Para el caso de la vista de Sevilla, ciudad de partida de la flota de la especiería en 1519, tenemos una inmejorable forma de comprobarlo gracias a una excelente publicación de la Junta de Andalucía titulada Cuaderno de paseo por la Sevilla de Magallanes. La ciudad de la primera vuelta al mundo en la que, de forma sencilla y visualmente muy atractiva, se describen los principales lugares relacionados con la actividad de Magallanes en los años previos a la partida de la expedición a la especiería (fig. 2).

Figura 2. Portada del Cuaderno de paseo por la Sevilla de Magallanes. Consejería de Turismo y Deporte. Junta de Andalucía. En la portada se muestra una de las vistas incluidas en la obra, en este caso la «zona caliente» de la organización y partida de la expedición

Figura 2. Portada del Cuaderno de paseo por la Sevilla de Magallanes. Consejería de Turismo y Deporte. Junta de Andalucía. En la portada se muestra una de las vistas incluidas en la obra, en este caso la «zona caliente» de la organización y partida de la expedición

La primera edición del Civitates Orbis Terrarum (1572) ya incluía una vista de Sevilla, aunque en este caso, acompañada en la misma hoja por las vistas de Cádiz y Málaga (fig. 3).

Figura 3. Vista de Sevilla, Cádiz y Málaga en la primera edición del Civitates Orbis Terrarum (1572). Biblioteca Nacional de España

Figura 3. Vista de Sevilla, Cádiz y Málaga en la primera edición del Civitates Orbis Terrarum (1572). Biblioteca Nacional de España

Sin embargo, en 1588 Sevilla adquirió un estatus superior dentro de la obra gracias a la publicación de una hoja completa dedicada a ella. No se trataba de que la ciudad fuera más importante que antaño sino de que tres años antes había aparecido un nuevo dibujo italiano de Ambrosio Brambilla (1585). Basándose en esta nueva vista, Hogenberg grabó la plancha que finalmente se añadió en 1588 y que quedaría como la más reconocible imagen de la ciudad dentro de las múltiples vistas publicadas con el paso de los siglos (fig. 4).

Figura 4. Vista de Sevilla en la edición de 1588 del Civitates Orbis Terrarum. Instituto Geográfico Nacional

Figura 4. Vista de Sevilla en la edición de 1588 del Civitates Orbis Terrarum. Instituto Geográfico Nacional

Aunque la imagen del Civitates debería corresponder al estado de la ciudad en 1585, fecha de publicación del modelo original de Brambilla a partir del que se copió, hay que señalar que, debido al escaso desarrollo urbano de las ciudades en el siglo XVI, no solo por el crecimiento de la población más lento que ahora, sino también por las constricciones impuestas por las murallas que en casos como éste rodeaban su perímetro, podemos considerar que el aspecto de Sevilla en 1585-1588 sería prácticamente idéntico al de 1519, año de la partida de la flota de Magallanes y Elcano. Es en este momento cuando la lectura del mencionado cuaderno de paseo por la Sevilla de Magallanes nos permite identificar elementos destacados de la ciudad, claramente reconocibles en la vista de 1588. El puente de barcas de Triana, el propio barrio de Triana desde el que está tomada la vista, la Catedral, los Alcázares con su propia muralla interna, la orilla del Arenal con multitud de naves fondeadas, las Atarazanas y uno de los detalles más curiosos, señalados en crónicas de la época: el puerto de las Muelas, situado junto a la Torre del Oro, en el que se puede incluso apreciar la grúa para la carga y descarga de las mercancías pesadas (fig. 5)

Figura 5. Detalle del puerto de las Muelas con su grúa, junto a la Torre del Oro (36). Con el número 37 también se puede ver la Torre de la Plata. Instituto Geográfico Nacional

Figura 5. Detalle del puerto de las Muelas con su grúa, junto a la Torre del Oro (36). Con el número 37 también se puede ver la Torre de la Plata. Instituto Geográfico Nacional

La Cartoteca del Instituto Geográfico Nacional dispone de otras dos magníficas vistas de Sevilla (figs. 6 y 7) en las que se pueden apreciar casi los mismos elementos, lo cual se debe no solo a la relevancia de éstos y su permanencia en el tiempo o a la finura del dibujante de la vista, sino también a una de las técnicas cartográficas principales de hace siglos: la copia sin complejos (errores incluidos) de obras anteriores.

Figura 6.Vista de Sevilla («Quien no ha visto Sevilla no ha visto maravilla»). Rombout van den Hoeye (c. 1650-1671). Instituto Geográfico Nacional

Figura 6.Vista de Sevilla («Quien no ha visto Sevilla no ha visto maravilla»). Rombout van den Hoeye (c. 1650-1671). Instituto Geográfico Nacional

Figura 7. Vista de Sevilla. Frederick de Wit (1680). Instituto Geográfico Nacional

Figura 7. Vista de Sevilla. Frederick de Wit (1680). Instituto Geográfico Nacional

 

Marcos Fco. Pavo

Marcos Fco. Pavo Jefe del Área del Registro Central de Cartografía
Instituto Geográfico Nacional
Ministerio de Fomento